domingo, 5 de agosto de 2012

La noche de Halloween mas horrible...

Era noche del popular "Halloween" cuando decidí salir a la tienda cercana a mi casa con el único propósito de comprar una bebida carbonatada y con ella, poder celebrar de mi particular manera el popular día: disfrutando algo del cine de Quentin Tarantino. Al cruzar el marco de la puerta de la entrada me encontré con los coloridos estantes llenos de abarrotes y demás productos cotidianos; paseándose frente a ellos, conté a dos personas: un pequeño niño de no mas de siete años y un hombre mayor, canoso, con una barba que me recordó a una blanquecina fibra de alambre para lavar trastes, el evidentemente tenía un gran problema de peso. Tras el mostrador el indiferente joven miraba una pequeña televisión a blanco y negro cuando me acerqué a pagar por mi asunto, acto seguido, una señora de piel obscura, quien no por su disfraz sino por su aspecto daba una nueva definición mas literal al término "noche de brujas" y que al igual que el hombre, tenía un muy grave problema de peso y una "decorativa" cantidad de vello en el bigote entro al lugar acompañando a una pequeña niña con un disfraz de calabaza, la cual se acercó cargando una pequeña bolsa y con una mirada simpática dijo dirigiéndose a mi:
-¿Me coopera para mi calaverita?
-Ahorita que me den mi cambio pequeña- contesté.
Sin decir nada la criatura se alejo y le dedico la misma pregunta al hombre que no paraba de atiborrar una canasta con cervezas y papas fritas.
-No tengo- mintió el hombre con un exageradamente fingido tono de resignación.
-Ándenle, coopérenle a la niña para sus dulces- intervino la señora antes de declarar guiñando un ojo-: o si no voy a venir por ustedes en la noche.

Con esa amenaza le doy todo lo que traigo, pensé fingiendo no haber escuchado lo que dijo, luego, el hombre se acercó a ellas colocando un billete rosado en la bolsa de la niña mientras decía dirigiéndose a la bruja:
-Yo le doy, pero si me dejas ir a mi por ti en la noche.
Justo después de hacer ese compromiso en un grotescamente pícaro tono de voz y al cual ella respondió con un rotundo "si", el tendero y yo nos miramos directamente a los ojos y sin otra cosa mas que prisa, abandoné el recinto ya con mi cambio en la mano pensando en que nada hubiera podido prepararme para tan aterradora noche de Halloween.

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