viernes, 12 de junio de 2009

El silencio en la obscuridad

Al extender mis brazos, al respirar profundamente, al mirar hacia el frente, una ciudad de oscuridad se funda en los pasajes de una base de incertidumbre, estoy ciego y desesperado, el frío y el temor corren libremente sobre mi piel y mi mente cae rendida.
Mi corazón ya no soporta mas, las cicatrices son demasiadas, mucha sangre derramada. Correr y correr sin destino y tropezar continuamente, una tras otra caída cada ves mas dolorosa, te abrazo fuertemente y no puedo dejarte ir, solo eso cura mi dolor, cada segundo es tan corto y a la ves tan largo, ya no es suficiente desear que dure por siempre.
La soledad y el miedo me hacen caer sobre mis rodillas y una lagrima se congela sobre mi mejilla, el dolor es tan intenso, tan real, tan profundo, apenas y puedo arrastrarme por el suelo con poca conciencia sin reconocer quien soy ni recordar mi nombre, la frigidez se hace mas intensa, al susurrar tu nombre al calor de mis palabras puede distinguirse en forma de una nube, una nube libre de pesares que desaparece a pocos centímetros de mis labios y el desamparo penetra ya mi piel al tiempo que el camino se adentra más en la noche sin luna, las cadenas que me inmovilizan en contra del suelo me dificultan mas poder moverme, respirar me es mas difícil, el color azul y blanco desaparecen hasta solo volverse negro y solo pienso seguir por ti, solo puedo seguir esperando encontrarte y susurrando tu nombre, pero en el fondo sé que te has ido, en el fondo se que no volverás y se que mi corazón sufre en vano, mis brazos tiemblan y ya no resisten mas, he perdido mi razón de vivir, ya no tengo mas fuerza, ya no hay por que seguir. Recostado sobre la nieve carezco de fuerza para repetir tu nombre una ves mas, mis ojos se cierran lentamente y mi corazón deja de latir, al fin puedo abrazarte, ya no hay mas dolor, ya no hay mas frío, ya solo quedamos los dos.

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